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Los barrios de viviendas sociales suelen situarse en la periferia de zonas urbanas y desconectados de las ciudades. Estos barrios, normalmente construidos tras la Segunda Guerra Mundial, se diseñaron sin integrarse en el paisaje urbano, dejando a los residentes aislados.
«Cuando hablamos con gente de estas zonas, nos suelen decir: “Me voy a Oporto” o “Me voy a Sofía”», explica Isabel Ferreira, coordinadora de URBiNAT. «Eso reveló la falta de conexión con el conjunto de la ciudad, a pesar de que tenían una fuerte sensación de pertenencia a su barrio».
Para ello, el proyecto se centró en reconectar las zonas con infraestructuras físicas e iniciativas socioculturales, abordando la fragmentación para fomentar la integración y reforzar el sentimiento de pertenencia.
Conexión y pertenencia
El proyecto aunó siete ciudades europeas —Oporto, Nantes, Sofía, Siena, Nova Gorica, Bruselas y Høje-Taastrup— con expertos en urbanismo, derechos humanos, geografía, ciencias sociales y humanidades para desarrollar una metodología colaborativa e integradora y ampliar el significado de las soluciones basadas en la naturaleza.
«Necesitábamos tratar el urbanismo integrando participación, economías alternativas y derechos humanos», explica el coordinador del proyecto, Gonçalo Canto Moniz. «Al combinar esas perspectivas, creamos un planteamiento holístico y basado en los retos del mundo real».
El concepto de «corredores saludables», soluciones basadas en la naturaleza más allá de los parques tradicionales y la infraestructura verde, era el núcleo del proyecto. Los corredores combinaban mejoras físicas, como zonas verdes y senderos, con actividades impulsadas por la comunidad que aumentaban la cohesión social.
El planteamiento de URBiNAT consistió en replantear las soluciones basadas en la naturaleza centrándose en su aspecto humano. Al convertir la participación en un elemento central, la gente pudo cocrear sus espacios, transformando el entorno y sus relaciones mutuas.
Tras ello, el proyecto elaboró un amplio y flexible catálogo de soluciones basadas en la naturaleza, como talleres participativos, monedas sociales, jardinería compartida y actos culturales, que cada ciudad podía adaptar a sus necesidades particulares. Por ejemplo, un mercado social y solidario en Oporto, un auditorio al aire libre en Sofía y un huerto urbano en Nantes.
Esos corredores reconectaron los barrios con el tejido urbano, aportando sensación de identidad y orgullo comunitario.
El compromiso con la cocreación a través de la cogobernanza fue fundamental para el éxito del proyecto. Residentes, responsables políticos, profesionales, académicos y empresas se implicaron desde el principio, garantizando que las decisiones reflejaran las necesidades y aspiraciones de toda la comunidad.
«Implicar desde el principio a todas las partes interesadas supuso una gran diferencia», añade Beatriz Caitana, coordinadora del proyecto. «Incluso la selección de las zonas de intervención se realizó en colaboración, ofreciendo a los residentes un verdadero sentido de la propiedad».
También se creó una sólida comunidad de prácticas en las siete ciudades, reuniendo a asociaciones locales, investigadores y expertos internacionales para intercambiar conocimientos y compartir buenas prácticas.
Impacto transformador
Los corredores saludables han dado ya importantes resultados a los pilotos participantes. En Oporto un cruce informal y embarrado se transformó en un corredor seguro y bien iluminado con zonas verdes y senderos, lo que mejoró mucho la vida cotidiana de los residentes.
En Sofía, una zona infrautilizada se transformó en un espacio público vibrante, reuniendo a residentes de todas las edades mediante actos, deporte y talleres. Las soluciones también mejoraron la movilidad física y la seguridad, especialmente de los grupos vulnerables.
Los corredores también reforzaron los vínculos comunitarios. Asociaciones que nunca antes habían colaborado empezaron a trabajar juntas, impulsando una mayor sensación de pertenencia y un propósito compartido.
Los resultados del proyecto no se limitan a los cambios físicos. El desarrollo de un catálogo de soluciones basadas en la naturaleza de libre acceso ha permitido a otras ciudades y organizaciones reproducir los métodos de URBiNAT, mientras que el observatorio URBiNAT supervisa las repercusiones sociales, económicas y urbanas de estas intervenciones, garantizando su sostenibilidad a largo plazo.
Futuros modelos
Los corredores saludables de URBiNAT constituyen un modelo sostenible de regeneración urbana integradora. Al integrar soluciones basadas en la naturaleza, la cocreación y la solidaridad, ha demostrado que incluso las comunidades más frágiles pueden unirse para crear el cambio.
De cara al futuro, las herramientas y metodologías desarrolladas se aplican en nuevas iniciativas y se reproducen a través de talleres, publicaciones y una red internacional de socios, en concreto los proyectos financiados con fondos europeos TRANS-Lighthouses y GreenInCities.
«Hemos demostrado que la regeneración urbana no se limita a las infraestructuras», concluye Ferreira. «Se trata de las personas, sus conexiones y su sentido de pertenencia. Ahí es donde empieza la verdadera transformación».